Las alfombras son un básico en muchas casas durante la temporada de otoño-invierno. Es la forma de hacer más confortable y cálida una habitación, ya sea un salón, un cuarto de estar o un dormitorio. Nos transmiten acogida y bienestar y son las aliadas especiales de los niños para que jueguen o se sienten a leer en los meses de frío y también donde los hijos adolescentes pueden reunirse a charlar con sus amigos en casa. Sin embargo en verano preferimos prescindir de ellas para refrescar los suelos en los días calurosos, sobre todo si las alfombras son de lana de pelo largo. Normalmente, la retirada de alfombras coincide con la limpieza de primavera, pero si este año os habéis alargado más de la cuenta os contamos cómo guardar las alfombras durante el verano de una forma adecuada hasta que llegue el momento de ponerlas de nuevo.
Para guardar las alfombras en los meses de más calor, lo primero que hay que hacer es limpiarlas correctamente. La mejor forma de limpiar alfombras es pasándoles el aspirador con el accesorio adecuado y limpio, para evitar que la suciedad se vaya quedando en el tejido de la alfombra. También es conveniente que el aspirador esté a media potencia, con la finalidad de que el pelo de la alfombra conserve su esplendor original. Igualmente, debéis tener en cuenta que si la alfombra es de pelo corto, lo primero que habrá que hacer es aspirar en dirección contraria al pelo, así conseguiréis que se levante la lana y la suciedad salga mejor. Después, volved a pasar el aspirador en dirección al pelo, de esta forma dejaréis la alfombra bien lisa. En el caso de que tengáis alfombras de pelo largo, tendréis que hacer el proceso de aspirado de forma inversa, realizando el último pase de aspiradora en dirección contraria a la dirección del pelo para que la lana quede más mullida.
Una vez que estén aspiradas, deberéis revisar si vuestras alfombras tienen alguna mancha. Si es así, tendréis que retirarlas antes de guardarlas con el fin de evitar que cada vez se fijen más. Para quitar manchas de las alfombras es recomendable hacer una mezcla con agua jabonosa y amoniaco e impregnarla en un paño en forma de muñequilla. Después, tendréis que ir aplicando la mezcla con la muñequilla sobre la mancha (a modo de tampón de sellar) y dejar actuar unos minutos sobre la lana. Para terminar, frotad ligeramente, limpiad con un paño seco y dejadla secar cerca de una ventana hasta que la zona lavada esté completamente seca.
Terminado el proceso de limpieza, llegará el momento de guardar y almacenar las alfombras correctamente. En este punto distinguiremos entre las alfombras pequeñas y las grandes. Si son pequeñas, las pondremos estiradas y las envolvemos en papel de embalar, esto las protegerá muy bien del polvo durante la época estival. Si, por el contrario, las alfombras son grandes, tendremos que enrollarlas con el pelo hacia dentro y las sujetaremos por fuera con cinta adhesiva. La mejor forma de guardarlas durante los meses de verano es en posición horizontal, de esta manera evitaréis que se deformen innecesariamente. Del mismo modo, deberéis almacenarlas en un lugar de la casa libre de humedades y ventilado para que no adquiera malos olores.
También podéis protegerlas de polillas de forma natural, así evitaréis encontrar sorpresas al volver a ponerlas y el olor de vuestras alfombras será de lo más agradable. Para preparar un antipolillas natural en casa podéis utilizar flor de lavanda, hojas de romero y unas gasas. Para ello, secad la lavanda y el romero en lugar oscuro y cuando ya esté seco haced unas bolsitas de gasa en cuyo interior irán la lavanda y el romero. Por último, poned estos saquitos en el lugar donde guardéis las alfombras.